Este es el primer dibujo que hice en mi vida que aún conserve. Por detrás de la tarjeta, mi madre escribió: “Julia, 27 Octubre 1995” yo tenía 3 años y la manía de dibujar sobre el papel que fuera siempre que me quedaba en los despachos de mis padres mientras trabajaban o en la guardería, cuando me ponían ejercicios de escritura, luego yo dibujaba lo que se me ocurría en el espacio en blanco que me quedaba de la hoja, a la profesora le parecía curioso.
Así fue durante gran parte de mi
infancia, mis libros de texto del colegio, trabajos escolares, tarjetas de
navidad, dibujaba cualquier cosa, hasta que un verano, con 10 años cogí los
cómics de mi hermano de Dragon Ball que me tenía vetados y empecé a copiar los
dibujos. Fue algo instantáneo, el manga me enganchó por completo y gracias a
eso seguí dibujando, copiando los cómics que leía. Así de los diez a los doce
años dibujaba a Son Goku, al Detective Conan, a Hanamichi Sakuragi, a Kenshin
Himura, a Yaiba o a Yusuke Urameshi, todos los héroes de mi hermano ahora eran
míos también.
Izq.: parodia de Son Goku (11 años) - Dcha.: Detective Conan y Yaiba (10 años) |
Izq.: Kazuma Kuwabara, Hanamichi Sakuragi y Conan (11 años) - Dcha.: Kenshin Himura (12 años) |
Esta fase se alargó hasta los
quince más o menos, fue entonces cuando empecé a encontrarme cómoda dibujando,
lo que antes me costaba varios días de trabajo y borradores tirados a la
papelera, ahora era capaz de hacerlo en apenas 30 minutos. Dejé de preocuparme
por copiar al milímetro; mejoré las proporciones; empecé a hacer esquemas
previos rápidos antes de ir a dibujar directamente el ojo de personaje; utilicé
más libremente el lápiz y sorprendentemente, el bolígrafo. En general, toqué
muy pocas gomas en esa época, me daba igual que el resultado no fuese bueno,
que no se pareciese al original o que no estuviera presentable, de hecho, me
aventuro a decir que el 90% de mi producción ha sido siempre sobre hojas en
sucio. Simplemente era algo divertido, que me hacía valorar más el trabajo de
los artistas que habían creado a esos personajes.
Naruto Uzumaki (15 años) |
Mi grafismo cambió, en parte gracias a la evolución de los cómics que iba leyendo, cada vez más serios o con
una estética más parecida al dibujo tradicional japonés. Perdí el miedo a
equivocarme, dejé de usar el lápiz y dibujaba con tinta o con lápiz de color
directamente.
Y entonces, a los dieciséis, llegó el retrato. Fue
algo totalmente natural y previsible, no es que un día dijese, voy a probar a
dibujar la cara de alguien a ver qué tal. Aparentemente el manga tiene poco que
ver con el retrato ya que uno es totalmente irreal y con el otro tienes que
ceñirte a las formas reales humanas, pero la verdad es que lo importante no fue el
contenido que dibujaba sino la técnica o la forma que empecé a utilizar y eso
me guiaba directamente a interesarme cada vez más por el retrato. Así, igual
que antes empecé sin más copiando, seguí haciendo lo mismo pero con modelos
reales. Ya sabía proporcionar mejor (aunque siempre se me ha dado muy mal esa
parte porque soy muy impaciente cuando dibujo) sabía darle diferentes texturas
al trazo y hacerlo más suelto, empecé a darme cuenta de que no sólo era
importante la línea que delimita dos espacios diferentes sino también el
espacio que dejaba sin manchar.
Izq.: Ernesto Guevara (15 años) - Dcha.: Bob Marley (16 años) |
Izq.: dibujo de Magritte (17 años) - Dcha.: carátula de "Just Push Play" de Aerosmith (16 años) |
La persona a la que más dibuje fue a mí misma porque
mi cara es la que mejor conozco. Dibujaba mejor a las personas que conocía
mucho porque conocía sus rasgos pero por otra parte, nunca pude hacer dos
retratos iguales de la misma persona. Se plasmaba mucho el estado de ánimo en
el que me encontraba en la cara de los retratados y sigue siendo así.
Izq.: Autorretrato en lápiz y rojo (17 años) - Medio: Yo, gato y Angus Young (18 años) - Dcha.: portada de "La conjura de los necios", yo y carpa koi (18 años) |
Cuando entré en arquitectura todo cambió. De repente
lo que había aprendido, todos mis hábitos y manías de dibujo parecían no encajar
en lo que me pedían que dibujara en AFO. Mi problema es que no soy capaz de restringir
el trazo, no soy capaz de proporcionar bien o por lo menos como es en realidad
un objeto. Empecé a dibujar arquitectura de la misma forma que dibujaba el
manga y posteriormente el retrato, a mi manera, nunca he sabido construir una
cónica y creo que nunca sabré, yo simplemente copio lo que veo. Siempre he
copiado ya que nunca he tenido la capacidad de inventar una figura que fuese
mínimamente buena u original. El problema es que cuando se dibuja arquitectura
no sólo se dibuja lo que se ve, es más, diría que raras veces tienes que
dibujar lo que se ve, más bien tienes que ser una especie de geómetra que sea
capaz de mirar a través de la estructura y calcule la intersección perfecta de
cada plano y cada volumen.
Izq.: borrador a rotulador de Gestión de la Edificación (19 años) - Dcha: dibujo de Alvar Aalto (19 años) |
Yo no dibujo bien, no tengo una
técnica depurada ni soy capaz de plasmar lo que está en mi cabeza. Lo que me ha
dado el dibujo a lo largo de mi vida no son obras buenas sino la experiencia de
haberme equivocado miles de veces y ser capaz de corregir esos errores, he
aprendido a medir visualmente y a saber relacionar el final de la comisura de
un labio con el lacrimal de un ojo y sobre todo, me ha enseñado a no tenerle
miedo a un papel en blanco sea del formato que sea.
Nunca me he preocupado demasiado por atesorar mis dibujos, he perdido muchísimos de ellos o los he tirado al hacer limpieza. No me importan los dibujos que he hecho, lo importante para mí es no perder la destreza que he adquirido gracias a ellos. En mi opinión, la maestría de un artista no está en sus lienzos, está en sus manos, aunque estén vacías.
dibujo de Alvar Aalto (19 años) |